Estaba agitando a mis compañeras/os activistas en la Puerta del Sol de Madrid contra la presidenta del Gobierno de Madrid y del Partido Popular en Madrid por su complicidad con el genocidio que se esta cometiendo en la Comunidad de Madrid con las personas que vivimos con infección por VIH.
Me sentí mal, pues teóricamente tenía una vertebra dorsal aplastada y estaba tomando ADOLONTA y LYRICA. Eso es lo diagnosticado provisionalmente en el servicio de Reumatología del Hospital Ramón y Cajal.
Decidí ir al servicio de urgencias del mencionado hospital después de habérselo comentado a mi gran amiga y en aquel momento presidenta electa de CESIDA, Udiarraga García. Tomé el metro para ir al hospital y era tan discapacitante el dolor que sufría y estaba tan colocado por los analgésicos que en la estación de Callao olvidé mi netbook. ¡Adios a mi portátil y arma de activismo!
Cuando llegué a las mencionadas urgencias, en un tiempo récord, fui atendido. ¡Quiso el destino que me atendiera el mismo médico que me llevaba en Reumatología, el doctor Sifuentes!
Estaba muy nervioso pues hacia un rato según me comentó, se había encontrado con el radiólogo que me había hecho la Resonancia (RM) y le había comentado que junto a la segunda dorsal, en la zona apical del pulmón derecho, había una lesión compatible con cáncer.
La palabra cáncer me sonó como una gran explosión en mi cerebro. El tiempo se paró ante mí. En décimas de segundo mi vida pasó como una película en mi cerebro. Sifuentes me hablaba. Yo no entendía nada.
Simplemente además de SIDA ahora tenía CÁNCER. Y solo se que tengo el irrenunciable deseo de vivir. Y que ahora tengo un motivo más para que nada ni nadie me calle.
Voy a ser molesto. A muchos. Y si molesto a alguien es porque esas personas algo hacen que yo no comparto y que me parece injusto. Y si se dan por aludidas será por ellas, no por mí.
Deja un comentario